lunes, 23 de abril de 2012

Perdida en el desierto.

¿Qué puedo decirle a mis ojos, si se ahogan en mares de arena? ¿Qué reprocharle a mi piel, si llora agobio bajo el sol, indefensa? ¿Qué puedo decirle a mis pies, si se han cansado de caminar sin rumbo?
Es ahora cuando mi mente se siente perdida, perdida entre dunas, perdida entre dudas, buscando horizontes distintos, encontrando espejismos extintos.
¿Qué puedo afirmar de la vida, si cuando el sol deja de quemar, una tormenta de arena se abalanza sobre mí?
Inmersa en este desierto infinito busco mi camino, dibujando huellas en estos montículos de arena con formas tan psicodélicas, huellas que tarde o temprano terminarán por borrarse.
¿Quién sabe de donde vine, y quién sabe adónde voy? De momento sólo sé que anochece, y lo único que hay claro es que todo está oscuro. Sólo queda dar pasos ciegos, y confiar en que volverá a amanecer, si no mañana, ayer.

El mundo está loco, ¿y yo? Yo lo único que tengo de cuerda es la soga de mi cuello.



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